viernes, marzo 03, 2006
La espada de una nueva era
El Universo ha evolucionado durante miles de millones de años. Le pido al lector que dedique un simple minuto de su tiempo a intentar imaginar esa magnitud.
La materia viva ha estado recorriendo la Tierra 4,500 millones de esos años de historia física del Universo. Una cantidad de tiempo del orden de la que intentamos imaginar antes. Tiempo dedicado completa y exclusivamente a la supervivencia biológica. La evolución biológica se caracteriza por poseer una memoria progamable y por funcionar mediante la potencia del ciclo de las estirpes.
Los seres humanos existimos desde hace al menos 2 millones de años. Considero que es apropiado entender como primer ser humano al primer homínido inteligente. Entonces el número de especies humanas diferentes que potencialmente hemos poblado la Tierra pasaría a ser un número atroz. Quizá de cientos o de miles de tipos distintos de primates inteligentes y no necesariamente idénticos a nosotros.
¿Podría el lector reflexionar sobre esto? Y a petición del Analandés, si quiere, quizá también podría dedicarle a esta reflexión diez escasos segundos, arrancándoselos a su importantísimo y breve tiempo de existencia.
El caso es que han existido diversos tipos de seres humanos, no solo en cuanto a las razas: caucásica, africana, oriental... También en cuanto a especies: Homo sapiens, Homo neanderthalensis, Homo floresiensis, Homo heidelbergiensis, Homo pekinensis, Homo erectus, Homo hábilis (y esto tan solo se refiere al registro fósil conocido). Todos ellos, todos seres humanos, pero sin embargo Hijos que no se reconocen ni son reconocidos en un mismo Dios.
Muchas religiones están por ello en completo entredicho, sobre todo aquellas que buscan un Creador inteligente o un Diseñador que planeó la Evolución (ver Ciencia y Religión, en el blog de ciencia del Analandés). Ya es absurdo aceptarlas como interpretaciones válidas del mundo. No son religiones, son solo residuos. Dogmatismos envilecidos que en su día quizá tuvieron algo que ofrecer en la búsqueda del Camino Humano, pero que ahora ya no son nada en si mismas. Ahora se trata de desviaciones egoistas que se alejan del verdadero camino humano.
La Ciencia, es el gran destructor que ha sido creado por nuestra inteligencia para diseccionar el mundo con mano presta. Es la responsable orgullosa del esclarecimiento de los falsos profetas. Aquellos que deben su estatus a sus propios intereses y que son del todo ajenos a la verdad. Pero la Ciencia también es penosamente responsable de un gran numero de errores y aberraciones, dignas todas de la mismísima Inquisición y de la peor Censura.
En su camino filosófico, el ser humano debe estar atento para no dejarse seducir por todos estos presuntos atajos, ya sean científicos o religiosos. Así podra alcanzar la verdad y evitar ser conducido eventualmente a diversas trampas intelectuales, tejedoras del ocaso para la mente y traedoras de la oscuridad para el espíritu.
El único camino verdadero para alcanzar la sabiduría es el de la Filosofía como método (el amor al conocimiento) mientras se cultiva la sabiduría como único objetivo. Mediante ciertas técnicas lógicas como la deducción y el álgebra, podemos soñar con la asimilación de las verdades que se nos muestran durante la evolución de la naturaleza. Incluso sin la necesidad aristotélica de diseccionar la naturaleza y por lo tanto tener que pervertirla en cierto modo, las filosofías pre-científicas supieron desvelar muchas grandes verdades innegables.
Dentro de la Filosofía, la ciencia (en latin scientia = conocimiento) ya no es mayúscula, si no pequeña y parcial, y por eso ha dejado de tener su significado etimológico, mutando simplemente a ser ciencia. Sin embargo como forma de evolución social y para conseguir aplicar los conocimientos humanos al desarrollo de nuestra existencia (filosofía incluida) la ciencia si es una verdadera via. No obstante es importante, sobre todo si somos científicos, que aceptemos estoicamente la incapacidad de la ciencia para mostrarnos el por qué de las verdades de este mundo. El método científico no permite saber los por qués, su dominio se centra tán solo en el análisis de los cómos.
La ciencia describe la naturaleza, pero no nos la explica. Esto merece profunda reflexión.
Explicar es una tarea propia del espíritu humano carente de significado fuera de éste. He ahí la paradoja de la Ciencia. Aunque se trate de una vía válida y sumamente poderosa, tan sólo obtenemos de ella vagas interpretaciones imperfectas que, con sumo esfuerzo, nos permiten realizar aplicaciones pragmáticas y eficientes (C. S. Peirce y W. James). Fuera de este su domino filosófico, la ciencia se confunde con una ilusión informe muy alejada de su esencial objetividad central, tornándose en una sombra dogmática y en una demagogia social más, que en definitiva no es ya ciencia si no una neo-religión sectaria.
scientia potentia est - El conocimiento es poder
¿Podríamos decir que bajo cierta nueva interpretación del mundo, la misma frase en latín ahora significaría la ciencia es el poder?
En efecto, la ciencia es potencia [creadora de conocimiento]. Y su visión errada, sería la de verla como forma de obtención de Poder mediante su uso indiscriminado.
Por su naturaleza potencialmente perversa respecto a la integridad de la evolución y de la naturaleza, la Ciencia carece de sentido espiritual más allá de aquello relativo a su aplicación. Por esta razón debemos utilizar la potencia que entraña la Ciencia para obtener resultados que compensen el uso de una fuerza tan espiritualmente oscura.
"Aquel que rompe la naturaleza de la luz, ha abandonado definitivamente el camino de la sabiduría por el de la locura"
Gandalf el Gris a Saruman el Multicolor. "El Señor de los Anillos". Mitología Tolkiana.
Si buscamos el conocimiento tan sólo en la ciencia, nos encontraremos faltos de la espiritualidad y habremos perdido el sentido de la verdad que todo hombre busca. Sea que lo reconozca o que lo oculte entre sus complejos aún no aceptados.
La Ciencia es una poderosa aliada en el camino hacia la sabiduría y el conocimiento, pero no es el único método y ni siquiera es el mejor desde el punto de vista más pragmático.
Si queremos encontrar alguna verdad en la ciencia, debemos abandonar la física y retornar al ser humano, para por lo tanto abrazar el pragmatismo. Entonces es posible aceptar como verdades aquellos conocimientos que son eficaces para mejorar nuestra vida y solamente estos. Lo que devuelve de nuevo terreno a la espiritualidad humana como juez sentenciador de la verdad, allí donde esta no puede discernirse en si misma.
El Analandés es ese filosofo prehistórico que se considera a sí mismo, a modo de niño sabio y lleno de preguntas, capaz de transformarse en un gorrión que canta gentil a la naturaleza.
Evita así el dogma científico. Utiliza la Ciencia como su principal arma en la batalla vital de la existencia humana, la cual concierne a la búsqueda del conocimiento verdadero. Tal y como Aristóteles nos enseñó y como otros pensadores perfeccionaron: Santo Tomás, Descartes, Newton, Hobbes, Bacon, Locke, Berkeley y Hume.
El Analandés rinde el dogma y vence en el conocimiento, para interpretar después el Universo filosóficamente. Habla con la naturaleza en su idioma y se convierte en ella. Adquiere su forma mediante la no forma y comprende la naturaleza del Tao, convirtíendose en un hombre de oriente y occidente, estudioso del pasado y vigía del futuro.
A la ciencia le debe la filosofía algo muy importante: El esclarecimiento de la sabiduría humana y el advenimiento de la Edad de la Iluminación, en el siglo XVII. El camino que acerca al hombre a la verdad preserveró pese a la brutal presión que ejercieron en contra los adalides conservadores, casi todas las religiones y también otros poderes fácticos de naturaleza esclavista. Afortunadamente, ahora se considera a todos estos enemigos como propios de las Edades Oscuras. Lamentablemente, todos ellos colean aún. Adoptan diversas formas y sufren constantes transmutaciones. La mayoría se encuentran cubiertas de una piel de falsa veleidad. Y Parecen no querer abandonar un mundo en el cual ya no tienen sana cabida.
¿Cual sería el nombre histórico para nuestro momento filosófico actual? El momento anterior se ha denominado por algunos la Edad de la Razón. Para el Analandés, realmente ya estamos en la Edad de los Retornos.
Por ejémplo, contemplemos el regreso triunfal de la Razón a nuestras vidas y el devenir al fin vanal de los dogmas de fe. Festejemos como retornamos cada día más hacia un mundo en el que el hombre puede pensar libremente. Vivimos en la prehistoria de una nueva humanidad: ocupamos el fin de una etapa dentro del ciclo infinito que encierra todo comienzo y toda evolución. Contingente o potencial: El camino hacia nuestro origen lo guia ahora la razón pura. Hemos roto las cadenas de nuestra esencia.
Me gustaría terminar con algo que Carl Sagan dijo una vez:
Somos polvo de estrellas.
La materia viva ha estado recorriendo la Tierra 4,500 millones de esos años de historia física del Universo. Una cantidad de tiempo del orden de la que intentamos imaginar antes. Tiempo dedicado completa y exclusivamente a la supervivencia biológica. La evolución biológica se caracteriza por poseer una memoria progamable y por funcionar mediante la potencia del ciclo de las estirpes.
Los seres humanos existimos desde hace al menos 2 millones de años. Considero que es apropiado entender como primer ser humano al primer homínido inteligente. Entonces el número de especies humanas diferentes que potencialmente hemos poblado la Tierra pasaría a ser un número atroz. Quizá de cientos o de miles de tipos distintos de primates inteligentes y no necesariamente idénticos a nosotros.
¿Podría el lector reflexionar sobre esto? Y a petición del Analandés, si quiere, quizá también podría dedicarle a esta reflexión diez escasos segundos, arrancándoselos a su importantísimo y breve tiempo de existencia.
El caso es que han existido diversos tipos de seres humanos, no solo en cuanto a las razas: caucásica, africana, oriental... También en cuanto a especies: Homo sapiens, Homo neanderthalensis, Homo floresiensis, Homo heidelbergiensis, Homo pekinensis, Homo erectus, Homo hábilis (y esto tan solo se refiere al registro fósil conocido). Todos ellos, todos seres humanos, pero sin embargo Hijos que no se reconocen ni son reconocidos en un mismo Dios.
Muchas religiones están por ello en completo entredicho, sobre todo aquellas que buscan un Creador inteligente o un Diseñador que planeó la Evolución (ver Ciencia y Religión, en el blog de ciencia del Analandés). Ya es absurdo aceptarlas como interpretaciones válidas del mundo. No son religiones, son solo residuos. Dogmatismos envilecidos que en su día quizá tuvieron algo que ofrecer en la búsqueda del Camino Humano, pero que ahora ya no son nada en si mismas. Ahora se trata de desviaciones egoistas que se alejan del verdadero camino humano.
La Ciencia, es el gran destructor que ha sido creado por nuestra inteligencia para diseccionar el mundo con mano presta. Es la responsable orgullosa del esclarecimiento de los falsos profetas. Aquellos que deben su estatus a sus propios intereses y que son del todo ajenos a la verdad. Pero la Ciencia también es penosamente responsable de un gran numero de errores y aberraciones, dignas todas de la mismísima Inquisición y de la peor Censura.
En su camino filosófico, el ser humano debe estar atento para no dejarse seducir por todos estos presuntos atajos, ya sean científicos o religiosos. Así podra alcanzar la verdad y evitar ser conducido eventualmente a diversas trampas intelectuales, tejedoras del ocaso para la mente y traedoras de la oscuridad para el espíritu.
El único camino verdadero para alcanzar la sabiduría es el de la Filosofía como método (el amor al conocimiento) mientras se cultiva la sabiduría como único objetivo. Mediante ciertas técnicas lógicas como la deducción y el álgebra, podemos soñar con la asimilación de las verdades que se nos muestran durante la evolución de la naturaleza. Incluso sin la necesidad aristotélica de diseccionar la naturaleza y por lo tanto tener que pervertirla en cierto modo, las filosofías pre-científicas supieron desvelar muchas grandes verdades innegables.
Dentro de la Filosofía, la ciencia (en latin scientia = conocimiento) ya no es mayúscula, si no pequeña y parcial, y por eso ha dejado de tener su significado etimológico, mutando simplemente a ser ciencia. Sin embargo como forma de evolución social y para conseguir aplicar los conocimientos humanos al desarrollo de nuestra existencia (filosofía incluida) la ciencia si es una verdadera via. No obstante es importante, sobre todo si somos científicos, que aceptemos estoicamente la incapacidad de la ciencia para mostrarnos el por qué de las verdades de este mundo. El método científico no permite saber los por qués, su dominio se centra tán solo en el análisis de los cómos.
La ciencia describe la naturaleza, pero no nos la explica. Esto merece profunda reflexión.
Explicar es una tarea propia del espíritu humano carente de significado fuera de éste. He ahí la paradoja de la Ciencia. Aunque se trate de una vía válida y sumamente poderosa, tan sólo obtenemos de ella vagas interpretaciones imperfectas que, con sumo esfuerzo, nos permiten realizar aplicaciones pragmáticas y eficientes (C. S. Peirce y W. James). Fuera de este su domino filosófico, la ciencia se confunde con una ilusión informe muy alejada de su esencial objetividad central, tornándose en una sombra dogmática y en una demagogia social más, que en definitiva no es ya ciencia si no una neo-religión sectaria.
scientia potentia est - El conocimiento es poder
¿Podríamos decir que bajo cierta nueva interpretación del mundo, la misma frase en latín ahora significaría la ciencia es el poder?
En efecto, la ciencia es potencia [creadora de conocimiento]. Y su visión errada, sería la de verla como forma de obtención de Poder mediante su uso indiscriminado.
Por su naturaleza potencialmente perversa respecto a la integridad de la evolución y de la naturaleza, la Ciencia carece de sentido espiritual más allá de aquello relativo a su aplicación. Por esta razón debemos utilizar la potencia que entraña la Ciencia para obtener resultados que compensen el uso de una fuerza tan espiritualmente oscura.
"Aquel que rompe la naturaleza de la luz, ha abandonado definitivamente el camino de la sabiduría por el de la locura"
Gandalf el Gris a Saruman el Multicolor. "El Señor de los Anillos". Mitología Tolkiana.
Si buscamos el conocimiento tan sólo en la ciencia, nos encontraremos faltos de la espiritualidad y habremos perdido el sentido de la verdad que todo hombre busca. Sea que lo reconozca o que lo oculte entre sus complejos aún no aceptados.
La Ciencia es una poderosa aliada en el camino hacia la sabiduría y el conocimiento, pero no es el único método y ni siquiera es el mejor desde el punto de vista más pragmático.
Si queremos encontrar alguna verdad en la ciencia, debemos abandonar la física y retornar al ser humano, para por lo tanto abrazar el pragmatismo. Entonces es posible aceptar como verdades aquellos conocimientos que son eficaces para mejorar nuestra vida y solamente estos. Lo que devuelve de nuevo terreno a la espiritualidad humana como juez sentenciador de la verdad, allí donde esta no puede discernirse en si misma.
El Analandés es ese filosofo prehistórico que se considera a sí mismo, a modo de niño sabio y lleno de preguntas, capaz de transformarse en un gorrión que canta gentil a la naturaleza.
Evita así el dogma científico. Utiliza la Ciencia como su principal arma en la batalla vital de la existencia humana, la cual concierne a la búsqueda del conocimiento verdadero. Tal y como Aristóteles nos enseñó y como otros pensadores perfeccionaron: Santo Tomás, Descartes, Newton, Hobbes, Bacon, Locke, Berkeley y Hume.
El Analandés rinde el dogma y vence en el conocimiento, para interpretar después el Universo filosóficamente. Habla con la naturaleza en su idioma y se convierte en ella. Adquiere su forma mediante la no forma y comprende la naturaleza del Tao, convirtíendose en un hombre de oriente y occidente, estudioso del pasado y vigía del futuro.
A la ciencia le debe la filosofía algo muy importante: El esclarecimiento de la sabiduría humana y el advenimiento de la Edad de la Iluminación, en el siglo XVII. El camino que acerca al hombre a la verdad preserveró pese a la brutal presión que ejercieron en contra los adalides conservadores, casi todas las religiones y también otros poderes fácticos de naturaleza esclavista. Afortunadamente, ahora se considera a todos estos enemigos como propios de las Edades Oscuras. Lamentablemente, todos ellos colean aún. Adoptan diversas formas y sufren constantes transmutaciones. La mayoría se encuentran cubiertas de una piel de falsa veleidad. Y Parecen no querer abandonar un mundo en el cual ya no tienen sana cabida.
¿Cual sería el nombre histórico para nuestro momento filosófico actual? El momento anterior se ha denominado por algunos la Edad de la Razón. Para el Analandés, realmente ya estamos en la Edad de los Retornos.
Por ejémplo, contemplemos el regreso triunfal de la Razón a nuestras vidas y el devenir al fin vanal de los dogmas de fe. Festejemos como retornamos cada día más hacia un mundo en el que el hombre puede pensar libremente. Vivimos en la prehistoria de una nueva humanidad: ocupamos el fin de una etapa dentro del ciclo infinito que encierra todo comienzo y toda evolución. Contingente o potencial: El camino hacia nuestro origen lo guia ahora la razón pura. Hemos roto las cadenas de nuestra esencia.
Me gustaría terminar con algo que Carl Sagan dijo una vez:
Somos polvo de estrellas.
Comments:
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Me encantaría pensar que la filosofía y la ciencia son las que se imponen en este momento. Sin embargo, la presencia de un personaje como Bush, al frente de la principal potencia mundial y cuya política se basa en conceptos religiosos, me hace temer que, por el contrario, cada día se imponen con mayor fuerza las decisiones basadas en creencias religiosas, pues ya se ven muestras similares en otros países.
Efectivamente, aún colean los fantasmas. Pero esperemos que nos acerquemos al lugar en que se conviertan en sombras de un pasado cada día más lejano.
No obstante, el mayor peligro creo que es la conversión de la ciencia en una "religión tecnocrática". Efectivamente, en la dirección que indicas, Quásar.
Para evitar este futuro temible, debemos convencer a la humanidad de que no es necesario creer en una razón última de nuestra existencia. Aprender a no temer a nada ni a nadie y a desear vivir aquí y ahora.
Porque en forma humana y consciente, no hay más existencia que esta. Y quizá así pasaríamos a valorar la vida sin temer a la muerte.
Si no, el mundo sera dominado por aquellos que manipulen nuestros miedos mejor.
No obstante, el mayor peligro creo que es la conversión de la ciencia en una "religión tecnocrática". Efectivamente, en la dirección que indicas, Quásar.
Para evitar este futuro temible, debemos convencer a la humanidad de que no es necesario creer en una razón última de nuestra existencia. Aprender a no temer a nada ni a nadie y a desear vivir aquí y ahora.
Porque en forma humana y consciente, no hay más existencia que esta. Y quizá así pasaríamos a valorar la vida sin temer a la muerte.
Si no, el mundo sera dominado por aquellos que manipulen nuestros miedos mejor.
Lo siento Analandés pero en mi inteligencia hay una falla importantísima: No hay que temer a la muerte porque hay algo más allá. Ni Dios ni nada que se le parezca, es otro estado de la energía consciente. Como dice Stephen King en La torre oscura: "Nos veremos allí. Hay otros mundos aparte de este..."
No te puedo dar pruebas, pero algún día las encontrarás, aunque sea la última prueba que tengas.
Un saludo.
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No te puedo dar pruebas, pero algún día las encontrarás, aunque sea la última prueba que tengas.
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